Si lo mejor que le puede pasar a un cruassant es que lo unten en mantequilla, lo mejor que le puede pasar a un mesonero es poder quedarse retozando en la cama mientras sus hermanos y su maestro se acicalan rumbo a sus respectivos trabajos. Sobre las 10.00 a.m, cuando la alarma ya va por su segundo aviso, el diablo aparece, con la cara y el cuerpo de
Kira Miró, con un pacto bajo el brazo: “Te permito dirigir con total libertad el devenir de tus sueños mañaneros a cambio de llegar tarde al trabajo, de que te duela la cabeza durante todo el día y de que te pases tu jornada laboral a limpio bostezo hasta eso de las 12.30 p.m., hora en la que te despejaras y perderás toda capacidad de conciliar el sueño. Sólo llegadas las 3.00 a.m., podrás descansar, eso sí , no conseguirás dormirte. Sólo tras pasar el quinto ataque de ansiedad, de repasar la lista de los reyes Godos y la de los últimos balones de oro y sus respectivos FIFA World player perderás el conocimiento victima de un desmayo” Yo, por su puesto, le digo a Lucifer que sí, que donde hay que firmar, que encantado y que me diga el nombre de la tienda en la que se ha comprado esa chupa tan guapa, ahora el tío se ha metido en el cuerpo de
Justin Timberlake, ese que era novio de
esta. Él me pregunta por mi afeitadora, por mi gato y por una novia que tuve en el Instituto. Le digo que es un degenerado, que sólo teníamos 14 años. Él se pone a la defensiva, se metamorfosea en
Carmen Maura y dice que se tiene que ir, que tiene una agenda lo suficientemente copada como para no poder permitirse andar perdiendo el tiempo con un pelele de mi calaña. Cuando Carmen se pone digna y diva no hay quien la pare.
Una vez pasado el trámite del papeleo, me doy media vuelta en la cama. Cierro los ojos. Los abro. Termino de atarme las botas. A mi lado distingo las respiración entrecortada de
Samu. Está como una moto. Entra Frank. Nos mira y sonríe. “Salir y divertiros”. Lo primero que me sorprende al saltar al campo es que los focos alumbran más que en España. Hace frío. El banquillo es algo más estrecho que el del Camp Nou. Nada más sentarme los 60.000 berracos que se hacinan en
The Kop comienzan a entonar el You’ll never walk alone. Los 22 ya forma en el campo con el trío arbitral. Como diría
Robinson “Aquí va a pasar algo”.
Suena el pitido. Miro al reloj: 10:30. Cierro los ojos. Los abro. Oigo pasos en pasillo. Es
A. Lo se porque hace media hora que tenía que estar en la oficina, también porque se confunde y en lugar de girar a la derecha, gira a la izquierda y se pone a orinar sobre mis libros en lugar de hacerlo en el baño. Le digo que qué coño hace. En ese momento toma conciencia de la situación, pone cara de
Sid Vicious. Supongo que piensa algo así como “Esto sí que es Punk”. Termina. Esparce las últimas gotillas sobre mi Ipod, mis calcetines, mi
osito de peluche, mi disfraz de Spiderman, mi pila de lencería femenina (A ver si os creías que P. iba a ser el único). Cuando se dispone a hacer un último esfuerzo sobre mi cama le digo que ojito. Me hace un corte de mangas y se va con los pantalones por los tobillos.
Justo cuando estoy saliendo por el túnel de vestuarios y Frank me indica que comience a calentar escucho que
M. Enfila el pasillo. Al igual que A. Se mete en mi habitación con intención de dejarme otro regalito. Estoy rápido. Inmovilizo su
anaconda, le hago un nudo. Saco un balón de debajo de la cama. Con un sutil toque pongo un centro tan certero como preciso rumbo al baño. M. comienza a correr como un gamo,
acomoda perfectamente el cuerpo. Aprovecho y cierro la puerta con pestillo. Disfruto de la culminación de la jugada volviendo a echarme mi edredón por encima. “Gooooooooooollllllllllll!!!!! Joder que zurda tengo!!!!!!!!” Otra cosa no pero zurza sí que tiene el muy cabrón.
Xavi ya tiene la bola. Empezamos fuerte la segunda parte. Hacemos correr a los ingleses. Andrés gambetea con el balón. Hace una croquetilla, otra y otra. Lanza un pase interior para Samu ... se cruza. El balón queda muerto. ¡Joder! Aparece Zambrota como un loco, este tío va sin pulmones. Llega a línea de fondo, la pone al segundo Roni no llega, ¡Leo si! La engancha con la derecha, el tiro roza el palo. Pepe se lanza bien. Habría llegado. Los ingleses no lo ven nada claro. Un poco de toma y daca. Steve corretea detrás del balón ¡Les estamos bailando! En ese momento A. Lanza un órdago mientras se ducha. “
-Oye M. ¿Tú te echas desodorante?
-No.
-Cómo que No.
-No necesito.
-No eh! Pues anda que no van finos los poliches que te pones
-¡Que a mi no me huele el ala! Que interiorizo mis oloreeees
-A que te escupo
-A que te escupo yo a ti
-A mi me da igual estoy en la ducha
-Ah, pues es verdad.
Me llama Eusebio. Me dice que voy a jugar por la izquierda, a pierna cambiada, como los grandes. Asiento con un sutil movimiento de cuello. Me dice que Leo pasa a la derecha, que Samu se va al centro y que a ver donde he aprendido a hacer ese gesto de asentimiento. Le respondo que en Pamplona, en el Singular, que me lo enseño un
Dj. de nombre y flequillo imposibles cuando un amigo le pregunto si tenían los Buzzcocks. No entiende nada. “Yo si que no entendí nada esa noche”, me digo para mis adentros. Termina la charla recordándome que cuando la tenga Ronie, me abra a la banda y me meta en diagonal al centro para que Samu pase a la banda. Yo mientras me fijo en una chica sentada detrás de nuestro banquillo. ¡Coño! ¡¡¡Es
Kory Kennedy!!! Paso de Eusebio vuelvo al banquillo. Me acerco a ella y le digo que me prometa que si meto gol me cuelga una foto en su fotolog. Me dice que se lo han cerrado pero que tiene un colega que ha abierto otro. Le digo que me vale con el del colega y que le pregunte por el
Abuelo a
Paris. Ella me dice que acaba de hablar con él por el móvil y que han quedado para desayunar en Tifaniys (New York) mañana. Joder con el Abuelo. Eusebio me mira con cara de gacela. Riise manda un zurdazo al palo. El cuarto árbitro levanta el cartelón con el número 23. Se va Oleguer. Me abrazo con él y aprovecho para preguntarle qué coño es eso de Ítaca. Me dice que es un poco largo de contar en un abrazo. Le digo que no me importa que esto es un sueño y que aquí mando yo, que no se preocupe por el tiempo.
- Ahora no me apetece, en serio.
- Entonces de lo de De Juana ni hablamos, ¿no?
Se mete en el vestuario refunfuñando algo en un dialecto preindoeuropeo que desconozco. M. y A. abren la puerta de la calle y corretean por las escaleras. “¡¡¡Lorolo lorolo Zaragoza!!! ¡¡¡Zaragoza Zaragoza perinuel!!!” Estos maños son unos cazurros. Andrés lleva la pelota cosida al pie. Deco la pide, la pisa, la vuelve a pisar, la pisa otra vez. Le pido al cuatro arbitro otro balón. El colegiado me da permiso con un guiño cómplice. Le devuelvo el balón a Iniesta. Este se lo pasa a Ronie. Deco sigue pisándola en la otra esquina del campo. ¡Coño! Ronie tiene la bola. Intento recordar lo que me dijo Eusebio. Sólo consigo visualizar la cara del Abuelo desayunando con Paris Hilton. Me meto al centro. Ronie lanza un pase en profundidad. Samu se cruza conmigo. Nos tropezamos. El balón rebota en mi cabeza y se va por la banda. Samu me echa una reprimenda, me explica lo importante que es para el pueblo africano en particular y para el devenir de la humanidad en general, que él marque gol, que en Barcelona hay dos bandos y que él siempre se entrena, no como otros. Le digo que no se lo tome tan en serio, que sólo es un sueño. Me abraza. Saludamos al cámara del diario Sport con el pulgar levantado. Le hacemos un corte de manga al de Marca. En estas, Messi recoge el balón en la banda y consigue que no salga. Pone un centro. Tomo carrera y salto.
Paso por encima de Carragher.
Paso por encima de Reina.
Paso por encima de The Kop.
Llego a
The Cavern. Pregunto el precio de los calcetines que llevaba
Paul en el primer concierto te los escarabajos. La camarera me dice que soy un guarro y un gocheras. Vuelvo a Anfield en un autobús de esos con doble piso que se que hay en Londres y que no tengo muy claro si circulan por Liverpool. Entro en el estadio. Saludo a Fabio Aurelio. Ataco el centro de Leo tirándome en
plancha. Marco los tiempos con excelente plasticidad. Pa variar giro la cabeza antes de tiempo. El balón rebota en mi hombro, despista a Reina y se cuela mansamente en la portería. Es gol. Me voy como loco al banquillo. Me deslizo de rodillas unos 18 metros. Hago el
arquero. Veo el flash de la cámara de Kory. Suena el pitido final. “¡¡¡Hay mi madre, la que he liado!!!”. Cierro los ojos. Los abro. Miro al reloj. Las 12.00. Llego dos horas tarde al curro. Entro a toda velocidad en el baño. Cuando estoy metiendo el primer pie en la ducha escucho un rugido. Una respiración entrecortada se acerca. Todo tiembla. La puerta se abre. Tengo
miedo. Una voz de ultratumba sentencia. Es
P.
-Me dejas ducharme
-Sí hombre, sí (A ver quien tiene cojones a decirle que no)